A finales del año 2021, los operarios de la Agencia Espacial Europea (ESA), descubrieron algo preocupante. Los satélites que miden el campo magnético alrededor de la Tierra, han empezado a caer en picado hacia nuestra atmósfera a un ritmo inusualmente rápido, hasta 10 veces más rápido que antes.
Este cambio, según dicen, coincide con el nuevo ciclo solar y los expertos creen que podría ser el comienzo de algunos años complicados con respecto a los satélites que orbitan nuestro planeta.
Según ha explicado Anja Stromme, de la Misión Swarm, de la ESA, en los últimos cinco, seis años, los satélites han estado cayendo entre dos y medio kilómetros (1,5 millas) al año. Pero, desde diciembre de 2021, han estado “virtualmente buceando”. El ritmo de caída entre diciembre y abril ha sido de 20 kilómetros (12 millas) por año.
Los satélites que orbitan cerca de la Tierra siempre se enfrentan al arrastre de la atmósfera residual, lo que disminuye gradualmente la velocidad de la nave espacial y, finalmente, hace que caiga de nuevo a nuestro planeta. Por lo general, no suelen sobrevivir al llamado reingreso a nuestra atmósfera y se queman al entrar. Este arrastre atmosférico obliga a los controladores de la Estación Espacial Internacional a realizar maniobras regulares de “reimpulso” para mantener la órbita de la estación a 250 millas (400 kilómetros) por encima de la Tierra. De lo contrario, la Estación Espacial Internacional sufriría el mismo destino que los demás satélites que orbitan nuestro planeta.
Esta atracción gravitatoria ayuda a que la basura espacial cercana a la Tierra, se queme al entrar en nuestra atmósfera y no se almacene en el espacio.
Los científicos saben que esta atracción depende de la actividad solar. El viento solar varía según el ciclo solar en el que se encuentre. El último ciclo, terminó oficialmente en diciembre de 2019 y fue más bien flojo. Sin embargo, desde el pasado otoño, nuestro sol parece haber despertado, lanzando un viento solar cada vez más intenso y generando manchas solares, erupciones solares y eyecciones de masa coronal a un ritmo creciente. Esta mayor actividad, por supuesto que no ha pasado desapercibida para nuestra atmósfera superior terrestre.
En el año 2013, se lanzó la constelación Swarm, consistente en tres satélites, dos de los cuales orbitan la Tierra a una altitud de 430 kilómetros (270 millas), unos 30 kilómetros (20 millas) por encima de la Estación Espacial Internacional. El tercer satélite Swarm gira alrededor de nuestro planeta, un poco más alto, a unos 515 kilómetros (320 millas) sobre el suelo. Las dos naves espaciales en órbita inferior se vieron afectadas por la actuación del sol.
La situación con las dos más bajas fue precaria en mayo de 2022, cuando los operadores tuvieron que poner los satélites en marcha, usando propulsión para salvarlos.
Pero, los satélites Swarm de la ESA no son los únicos que están luchando por sobrevivir en el espacio. En febrero de 2022, SpaceX perdió 40 satélites Starlink, completamente nuevos, que se vieron alcanzados por una tormenta solar justo después de su lanzamiento.
El sol lanzó una erupción de clase solar X1.1 de una mancha solar activa en su limbo Este el 17 de abril de 2022. Fue visto por el Observatorio Dinámico Solar de la NASA. Durante este tipo de tormentas, los satélites que orbitan la Tierra repentinamente caen a altitudes bajas. Cuanta más baja sea la altitud a la que caen, mayor es el riesgo de que la nave espacial no pueda recuperarse, permitiendo que los operadores se conviertan en meros espectadores de su declive, cayendo a la atmósfera y desintegrándose en la reentrada.
Los satélites de Starlink mantienen órbitas de 550 kilómetros (340 millas). Una zona que se encuentra por encima de la región de mayor riesgo. Sin embargo, sucedió poco después de su lanzamiento. Cuando todavía se encontraban en altitudes bajas. El momento de mayor riesgo.
Según la empresa, la ventaja es que, en este tipo de situaciones, los satélites se ven arrastrados de nuevo hacia la Tierra y en su reentrada, se desintegran y no se convierten en basura espacial.
Pero, el problema que nos atañe ahora es lo que sucederá con todos los satélites y naves espaciales que orbitan la Tierra. Las de Starlink disponen de propulsión, pero no todas cuentan con sistemas de propulsión. La Estación Espacial Internacional tendrá que hacer maniobras especiales para permanecer en su órbita, pero otros cientos de satélites pequeños y naves espaciales, no tienen forma de subir. Esto significa que tendrán una vida mucho más corta en la órbita, por lo que harán su reentrada en nuestra atmósfera, mucho antes de lo previsto.
Según ha explicado un profesor en ciencias de la ingeniería y física, de la Universidad de Southampton, en el Reino Unido, Hugh Lewis, que estudia el comportamiento de los satélites en órbita baja alrededor de la Tierra, la actividad solar es mucho mayor de lo que se había pronosticado oficialmente. De hecho, para Lewis, la actividad solar del sol, este año pasado, ha sido mucho más intensa, con más manchas solares, eyecciones de masa coronal y un viento solar más intenso azotando nuestro planeta. Todo ello, a pesar de que aún no se encuentra en el pico máximo de su ciclo. Aún quedan dos o tres años para ese máximo solar. ¿Qué habrá que esperar que suceda entonces? ¿Se caerán la mayoría de los satélites?
Si esto sucede, ¿cuáles serían las consecuencias si dejaran de funcionar todos los satélites? (¿O si cayeran todos?)
Un tema muy interesante que trataremos en un artículo próximo.
Imagen. Crédito: ESA
Enlace a vídeo (fuente externa a AlertaTierra.com). Crédito: Geospatial World