
El “ojo” consiste en un área circular con vientos más leves, buen tiempo y una sensación de calma. Apenas llueve o ni siquiera llueve y, a veces, incluso se puede ver el cielo azul o las estrellas. Es la región de presión más baja en la superficie y de temperaturas más cálidas en su parte más alta.
Este ojo se encuentra rodeado por la “pared del ojo”, un anillo circular de convección profunda que es la zona en la que se encuentran los vientos de superficie más fuertes del ciclón tropical. Se compone de aire que se hunde y que desciende lentamente, mientras la pared del ojo tiene un flujo ascendente en red, como resultado de muchas ráfagas moderadas (en ocasiones fuertes), ascendentes y descendentes.
Los ciclones tropicales derivan su energía de los océanos tropicales cálidos y no se forman, a menos que la temperatura de la superficie del mar se encuentre por encima de los 26,5º C. No obstante, una vez formados, pueden continuar su camino sobre la superficie de un mar menos cálido y continuar activos durante días. Su camino es más bien errático, sin normas definidas. Generalmente se disipan cuando pasan por tierra firme o sobre océanos más fríos.

En cuanto al mecanismo que conforma el ojo del huracán, existen teorías controvertidas. Algunos científicos afirman que el ojo se forma como resultado de una liberación de calor en la pared del ojo. Las hipótesis que se plantean al respecto no parecen encajar con el proceso de su formación.
Imagen del programa COMET, por cortesía del Departamento de Educación Ambiental de la República Dominicana.
La convección en los ciclones tropicales se organiza en bandas nubosas y estrechas de lluvia que se desplazan en la misma dirección del viento horizontal. Estas bandas, que – al parecer – giran en espiral hacia el centro de un ciclón tropical, son llamadas bandas espirales. A lo largo de las mismas, el plano bajo de convergencia es máximo y, por lo tanto, el plano alto de divergencia es muy pronunciado en su parte superior. Como consecuencia de ello, se desarrolla una circulación directa donde el aire cálido y húmedo converge en la superficie, suben por las bandas, se separan y descienden por ambos lados de las bandas.
Según el aire desciende, también se seca y, debido a que el descenso de aire se concentra en el interior de la banda, el calentamiento es más fuerte hacia adentro de la banda, causando un agudo contraste en los descensos de presión a lo largo de la banda. Debido a estos descensos de la presión en el interior, los vientos tangentes alrededor del ciclón tropical aumentan debido al aumento en el gradiente de presión.
Imagen que muestra el ojo del Huracán Mitch que en 1998 alcanzó la categoría 5. Se observa el ojo y la pared del mismo, así como las bandas nubosas de lluvia que confluyen alrededor del centro del sistema. El ojo es oscuro por carecer de nubes. (Por cortesía del NOAA)
Algunos de los ciclones tropicales más intensos poseen una pared del ojo concéntrica, con dos o más estructuras de paredes del ojo en el centro de circulación de la tormenta.
Ciclo de reemplazo de la pared del ojo
Existen ciclos de reemplazo de la pared del ojo de un huracán. Suele ser una característica habitual en los ciclones tropicales intensos, es decir, en huracanes de categoría 3, 4 y 5 en la escala de Saffir-Simpson. Cuando alcanzan su punto álgido de intensidad, generalmente (aunque, no siempre) tienen una pared del ojo y un radio de vientos máximos que abarca una pequeña superficie de unos 10-25 kilómetros.
El reemplazo de la pared del ojo de un ciclón tiene lugar cuando la pared del ojo exterior debilita la pared interior quitándole humedad y rompiendo su ciclo. Sin estos ingredientes, tan necesarios para su aumento de intensidad, la pared interior se derrumba. En ese instante, la pared exterior se convierte en la pared dominante y, aunque es más extensa que la que se derrumbó, llegado a este punto, el ciclo de reemplazo se encuentra prácticamente completado. Mientras la pared del ojo exterior reemplaza la interior, la tormenta puede tener la misma intensidad que tenía anteriormente, e incluso ser más intensa.
La fase final del ciclo consiste en que la nueva y más extensa pared comienza a contraerse. Durante esta fase, cualquier debilitamiento que tuviera lugar cuando la pared interior fue reemplazada, generalmente no resulta de utilidad, ya que la tormenta vuelve a recuperar su intensidad e incluso puede llegar a superarla.
Un claro ejemplo del reemplazo del ojo de un huracán tuvo lugar con el Huracán Andrew en 1992 al acercarse éste a las costas de Florida. El huracán ganó intensidad justo al final del ciclo de reemplazo y azotó el Sur de Florida. (Por cortesía del NOAA).
Bibliografía:
Laboratorio Oceanográfico y Meteorológico del Atlántico (página en inglés) http://www.aoml.noaa.gov
Departamento de Educación Ambiental de la República Dominicana http://www.jmarcano.com/
La Enciclopedia en línea http://en.wikipedia.org/