Las temperaturas inusualmente cálidas este verano en Alaska, desde el río Koyukuk hasta el Kuskokwim, hasta Norton Sound y el río Igushik de Bristoal Bay, han provocado la muerte del salmón keta (chum), del salmón rojo y del salmón rosa, sin engendrar. Un pez oceánico que remonta los ríos para desovar después de pasar su vida creciendo en el mar. Al parecer, las aguas cálidas han actuado como un “bloque térmico”, una pared de calor que ha impedido que el salmón pase, retrasando su migración río arriba. Hasta qué punto afectará esta muerte masiva a es algo que está por ver, pero todo apunta a que se trata de un fenómeno devastador.
A finales del mes de julio, un equipo de científicos se desplazó a lo largo de 200 millas en el río Koyukuk, con objeto de investigar la muerte del salmón chum. Contaron 850 ejemplares muertos y no engendrados… Eso sí, lo hicieron desde un barco, avanzando a toda pastilla por el río, por lo que no contaron muchos más ejemplares, sin duda.
Según los habitantes del lugar, este fenómeno había sucedido anteriormente, pero nunca a esta escala.
Los científicos abrieron los peces para intentar descubrir qué enfermedad, infección o parásito podía haber causado su muerte, pero todo apuntaba a que se trataba de peces saludables. Ninguno presentaba marcas, ni ningún signo de enfermedad o de estrés. Sin embargo, su muerte coincidía con un evento de clima más cálido y se ha pensado en ataques al corazón debido al agua del océano más cálida de lo normal.
En Norton Sound, observaron un gran número de salmones rosados muertos antes del desove. Y es que las temperaturas de la corriente en el Deshka habían sido cinco grados por encima de la temperatura más alta registrada anteriormente en ese lugar. Un agua tibia que hizo de parapeto e impidió el paso de los salmones río arriba.
Por su parte, el biólogo de la gestión del área de Nushagak/Togiak, ha informado que hubo una muerte masiva de salmón rojo en el río Igushik. El bloqueo térmico en ese río ha impedido que el salmón pudiera migrar río arriba.
Para el profesor de Ciencias Acuáticas y Pesqueras de la Universidad de Washington, además de que el agua tibia contiene menos oxígeno, aumenta el metabolismo del salmón y su necesidad de oxígeno, creando un golpe doble.
Los salmones no podían nadar río arriba porque hacía demasiado calor y el agua no contenía suficiente oxígeno, por lo que murieron. Cuanto más caliente esté el agua, menos oxígeno disuelto hay en ella y los salmones se asfixian.
La bahía de Bristol tuvo una primavera temprana, con muy poca nieve y, además, esa nieve se derritió temprano, por lo que no se encontraba allí para enfriar el río en junio.
Aunque se desconoce exactamente el número de peces que han muerto, en base al ritmo de captura de las redes, se calcula que en uno de los ríos podía haber entre 200.000 y 300.000 ejemplares durante el evento de aguas cálidas que mató a los salmones. Entre 500 y 700 salmones lograron superar la barrera térmica. Los demás, perecieron.
Afortunadamente, parece ser que algunos salmones de tipo keta sí que consiguieron engendrar, por lo que la esperanza se centra ahora en que consigan llegar a la zona de desove.
Fotografía. Salmón chum, macho y hembra, no engendrado a lo largo del río Koyukuk en julio. (Por cortesía de Stephanie Quinn-Davidson).