Por primera vez desde que se guardan registros de este tipo, el hielo del océano en el Ártico no se está congelando en el mes de octubre. Un fenómeno que sin lugar a dudas tendrá una consecuencia sobre el clima de invierno, aunque sea desconocida.
Tras alcanzar el mínimo histórico de deshielo desde el mes de marzo hasta septiembre, el hielo que cubre el océano en el Ártico no se está congelando a su ritmo habitual en el mes de octubre. El ritmo es mucho más lento que en 2019 y, en algunas zonas, incluso ni siquiera hay hielo.
Aunque se está formando hielo de nuevo desde mediados del mes de septiembre, lo cierto es que su formación sigue un ritmo mucho más lento de lo normal, lo que conlleva que en algunas zonas ni siquiera pueda formarse. Precisamente debido a esta lentitud, el mes de octubre de 2020 sostiene su nivel más bajo de formación de hielo en los últimos 41 años.
Según los datos analizados por el National Snow and Ice Data Center (NSIDC), existe un gran déficit de hielo en la actualidad en comparación con años anteriores.
Comparando este mínimo de ahora con otros anteriores, se comprueba que el 2020 es el segundo más bajo, superando solamente al mínimo registrado en el año 2012.
La región del Ártico es un océano, pero es el océano más pequeño y menos profundo de los cinco océanos más importantes del planeta, y también el más frío. Sin su agua, este océano Ártico revela un terreno submarino muy complejo.
Las temperaturas oceánicas se encuentran bastante por encima de lo normal. Existen anomalías de 2 a 3ºC en todas las regiones críticas del océano. En comparación con el año 2019, el lado del Atlántico este año es más frío.
Bajo condiciones normales, todo el océano Ártico debería estar muy cerca o ya debería estar en el punto de helarse (0ºC) a finales del mes de octubre. Sin embargo, hacia Siberia, se puede apreciar una concentración disminuida y un grosor menor. Las temperaturas oceánicas y del aire no están permitiendo una rápida congelación en Siberia. Sin embargo, la anomalía de las temperaturas no es el único factor.
La salinidad oceánica también desempeña un papel importante en la producción de hielo. Cuanta más salada es el agua, más frío necesita para poder formar hielo.
Según los datos que se barajan de los últimos 5 meses de salinidad en el océano Ártico, de la circulación oceánica, las corrientes oceánicas y del transporte del agua más salada desde el Atlántico Norte, así como de la carga de agua dulce procedente de la zona de Siberia al Ártico, y de los ríos, el nivel de agua dulce ha aumentado este verano, lo que genera un agua en la superficie más fresca y dulce.
Si bien algunas zonas del Ártico suelen empezar a congelarse más adelante en el calendario, existen tres regiones que deberían estar mucho más helados ahora: la región del mar de Siberia, mar de Kara y mar de Laptev, donde también están sufriendo anomalías en cuanto a las temperaturas.
La región Ártica de Siberia también está sufriendo lo suyo para aumentar su extensión de hielo. Su nivel de hielo es inusualmente bajo para esta época del año y las previsiones no son para nada alentadoras.
¿Cómo se ha podido llegar a esta situación?
Bueno, con respecto a las temperaturas, solo hay que mirar los datos atrás. Desde enero a septiembre de 2020, sobre Siberia y el este del océano Ártico, las temperaturas han sido de 4 a 5ºC por encima de la media a largo plazo. Al mismo tiempo, la región ha afrontado olas de calor históricas desde que comenzó la primavera. De agosto a septiembre, el calor ha sido todavía más intenso, expandiéndose al océano Ártico, deshelando el hielo del océano y, cuanta más agua expuesta al sol, más cálido era el clima.
Observando las anomalías de temperatura en el mes de octubre, se puede observar una anomalía de una masa de aire cálida masiva en el Ártico de Siberia. De hecho, durante los últimos 10 días, se han observado anomalías en exceso de 15ºC en todo el océano Ártico de Siberia. Esto, unido a las aguas oceánicas más cálidas, inhibe el crecimiento de hielo en el mes de octubre. Y el pronóstico no es bueno, ya que el patrón de presión se encuentra revertido, con una presión menor sobre el Ártico, pudiendo llegar una masa de aire más cálida durante los próximos días. Claro que, esto no quiere decir que las temperaturas en el Ártico sean de 20ºC en el mes de octubre, sino que podrían ser de 0 a -2ºC. Aún así, resulta 13-15ºC por encima de la media a largo plazo.
Sin el frío habitual, pues es normal que el hielo tampoco se forme ni se asiente como antaño y que el mar de Laptev y el Ártico de Siberia sigan sin hielo.
Las consecuencias que esta falta de hielo en el Ártico pueda causar en los patrones climáticos sigue sufriendo un gran debate. Se están llevando a cabo numerosos estudios y todos apuntan a la misma dirección, que la falta de hielo oceánica tiene un efecto en la corriente en chorro. Una potente corriente que fluye por el planeta y que afecta a los sistemas climáticos en cuanto a su presión, potencia y forma, afectando a todo el clima en la superficie del planeta.
Si esta corriente se debilita, se puede interrumpir fácilmente y provocar un clima más dinámico y extremos climáticos. Pero, si tenemos en cuenta otro factor importante como el Vórtice Polar Estratosférico, un vórtice polar potente que puede influir la corriente en chorro, este clima incluso se puede intensificar todavía más, creando un clima invernal mucho más intenso en Norteamérica y Europa durante esta temporada de invierno 2020-2021.
El secreto de la corriente en chorro es que obtiene su combustible de la diferencia de temperaturas entre el frío del Ártico y las regiones más cálidas del sur y tropicales. Si hace más calor en el Ártico, la diferencia de temperaturas entre el norte y el sur disminuyen, y la corriente en chorro pierde su fuerza.
Por otro lado, la fase climática conocida como La Niña, también puede afectar a la corriente en chorro, así como al vórtice polar. Todo parece complicado, pero está conectado entre sí a la perfección.
En definitiva, que una falta importante de hielo en el océano del Ártico, provocará una mayor presión sobre el Polo Norte, lo que facilitará que una masa de aire mucho más fría se desplace libremente desde el Ártico hacia las latitudes medias de los Estados Unidos y/o de Europa. Quizás no directamente, pero podría hacerlo. ¿Tendrá sus consecuencias en otras zonas del mundo? Probablemente sí, pero todavía es pronto para pronosticar con exactitud cuál será el clima de este invierno.
Fuente y crédito imagen: Severeweather Europe