Aunque el huracán Eta bajaba a la categoría 2 tras tocar tierra en Nicaragua, lo cierto es que llegó como un potente huracán de categoría 4, extremadamente peligroso. Su fuerza destructora se ha dejado sentir con fuertes vientos, lluvias torrenciales y deslizamientos de tierras que han provocado al menos dos muertos: dos mineros en Nicaragua y una niña de 12 años en Honduras, así como daños materiales importantes en ambos países. Ahora se desplaza, como una tormenta tropical, hacia la Costa del Golfo.
Cuando llegó a Nicaragua, mantenía vientos de 140 millas por hora, por lo que gran parte de Centroamérica se encontraba en alerta máxima.
La tormenta ha arrancado tejados, derribado árboles y líneas eléctricas y está provocando inundaciones en Puerto Cabezas, una de las ciudades más pobres de Nicaragua, donde los habitantes están asustados. La electricidad se ha visto interrumpida y los refugios están completos.
La subida de la marea ha provocado una marea ciclónica sorprendente que podría azotar la costa en algunas zonas de Nicaragua.
En Lancetilla, Honduras, los ríos se han desbordado, y algunas ciudades y poblaciones se encuentran inundadas. Los deslizamientos de tierras bloquean carreteras.
Podrían pasar días hasta que puedan valorar todos los daños que ha provocado esta potente tormenta que se ha desplazado de forma tan lenta por Nicaragua y Honduras.
Según las valoraciones de UNICEF, más de 1,2 millones de personas podrían haberse visto afectadas por la tormenta, entre ellas, más de medio de millón de niños.
Para el viernes, se prevé que entre en el mar del Caribe y que llegue a Cuba el fin de semana. El sur de Florida podría empezar a sentir el impacto de Eta a primera hora del domingo.
Fotografía. Dos hombres caminando por el perímetro de una casa rodeada por las aguas en Wawa, Nicaragua, el 3 de noviembre de 2020. Crédito: AP/Carlos Herrera