
Si se produce una catástrofe y los servicios de emergencias se encuentran desbordados o inexistentes, dependerás de tus conocimientos y de los recursos de los que dispongas. Pero, ¿cómo hacerlo si no has aprendido algunas nociones básicas sobre remedios naturales?
En este artículo de supervivencia, vamos a explicarte algunas plantas medicinales que puedes empezar a cultivar hoy en tu huerto o jardín de supervivencia.
MELISA (Melissa officinalis)
La melisa se conoce también como limoncillo, hoja de limón o menta melisa y su característica principal es su fuerte aroma a limón.
Se trata de una hierba perenne, nativa del sur de Europa y de la región Mediterránea. Sus tallos son herbáceos, ligeramente lignificados y pueden crecer hasta un metro de altura. Las hojas son de un color verde intenso, opuestas, con el limbo ovado, margen dentado y superficie pilosa.
Florece en verano, dando lugar a unas flores pedunculadas, con un cáliz bilabiado y corola blanquecina. Dispone de cuatro estambres, fusionados con la corona. Son flores ricas en néctar por lo que verás muchas polinizadoras pululando a su alrededor.
Su nombre botánico procede de la palabra griega “melissa” que significa abeja melífera y era considerada tan cicatrizante y curativa como la propia miel.
Puedes encontrarla en prados húmedos, claros de bosque, junto a los ríos, en campos cultivados y en suelos ricos en materia orgánica. Principalmente en suelos arcillosos, bien drenados, que retengan el agua y los nutrientes. Excepto en los climas cálidos, pierde el ramaje en invierno, pero vuelve a brotar en primavera.
Uso medicinal
La melisa se utiliza para la ansiedad, los malestares digestivos, la depresión y la tensión nerviosa. A la planta se le atribuyen propiedades antidepresivas, antiespasmódicas, antioxidantes, antivirales, antibacterianas, ansiolíticas, relajantes y tonificantes del sistema nervioso. También se suele utilizar para reanimar a quien ha sufrido un desmayo.
Sus propiedades relajantes ayudan a quien padece de insomnio y dolores de cabeza. También es eficaz contra las paperas, la varicela y el herpes labial.
Al machacar la parte herbácea de la planta, se obtiene un intenso aroma a limón que suele usarse en aromaterapia. Este aroma al mismo tiempo sirve como repelente de los mosquitos.
La melisa es vasodilatadora periférica, diaforética y reconstituyente. Sirve para las palpitaciones o taquicardias de origen nervioso al tranquilizar el músculo cardíaco, restableciendo así el ritmo natural del corazón.
Además de ayudar en episodios leves de insomnio, la melisa puede usarse para el insomnio infantil.
En el caso de ansiedad leve y puntual, o depresión muy incipiente, algunos herbolarios suelen combinarla con hipérico, pasionaria y flores de azahar.
Es necesario mencionar también que cuenta con propiedades diuréticas, por lo que, en combinación con otras plantas, podría contribuir a bajar la tensión a quien sea hipertenso/a.
En infusión, suele utilizarse para curar el dolor estomacal, por lo que también sirve para recuperar el apetito tras un período de convalecencia o por desgana en general. Entre otros, combate las digestiones pesadas, la inflamación gástrica, la diarrea, los empachos, gases e hinchazón abdominal.
Tomar melisa previene el mal aliento y mal sabor de boca. Se le atribuye un efecto de estimulación de producción biliar, por lo que también sirve para prevenir la formación de cálculos en la vesícula.
Tiene propiedades expectorantes, resultando en un aliado perfecto para combatir infecciones víricas como la gripe. Además, disminuye la congestión en las vías respiratorias, siendo indicada en caso de bronquitos y procesos de asma leves.
La melisa alivia los trastornos de la menstruación, especialmente las que son dolorosas o en caso de dismenorrea. También es recomendable para las mujeres en la perimenopausia.
Por vía externa, en lavados, se puede usar como cicatrizante sobre heridas, rasguños y llagas, pero también en caso de picadura de insectos.
Algunos de los componentes principales de la planta
La melisa contiene aceite esencial, mucílagos, taninos y ácidos fenólicos, entre otros.
¿Cómo utilizarla?
Aunque existen varias presentaciones con esta planta, la forma más común de consumo de la melisa es infusión, ya sea sola o acompañada por otras hierbas que puedan complementarla o reforzar sus propiedades.
¿Cómo prepararla en infusión?
La dosis básica es de 5 gramos de planta seca por cada taza de agua.
Echa agua caliente sobre la hierba y dejar reposar en una tetera o cazo de 8 a 10 minutos.
Una vez colada, bebe dos o tres tazas al día.
Entre otras presentaciones puedes encontrarla en tintura, en extracto líquido, agua de melisa, en comprimidos y en zumo.
Si vas a utilizarla en extracto líquido, usa de 30 a 50 gotas en tres tomas diarias.
La tintura puede usarse para la depresión, aliviar jaquecas tensionales y para la ansiedad. En este caso se pueden tomar de 10 a 20 gotas en agua, de 3 a 5 veces al día.
También se puede aplicar por vía externa. Por ejemplo, su infusión aplicada en baños calientes puede aliviar los problemas menstruales, las migrañas y los dolores musculares.
En caso de heridas o llagas, e incluso sobre picaduras de insectos e infecciones por herpes se suelen aplicar compresas de la planta fresca sobre la piel. Las compresas tibias se usan para la inflamación de las glándulas mamarias.
Existe en forma de crema para llagas, calenturas y heridas que no cicatrizan y para picaduras de insectos.
Para casos de depresión, asma o bronquitis, suelen darse masajes con 5 – 6 gotas de aceite esencial y 15 ml de aceite de coco. Aplicado suavemente sobre las llagas, en cuanto aparecen, también puede favorecer su cicatrización.
¿Cómo cultivarla?
La melisa crece bien en suelos húmedos y que estén bien drenados, aunque también soporta terrenos pobres. Aguanta bien el sol y la sombra.
Cultiva las semillas en un semillero de cama fría en primavera y trasplanta una vez haya arraigado. También puedes dividir las raíces en primavera para que aparezcan en otoño.
Su reproducción es por germinación espontánea, pero ten cuidado porque es una planta colonizadora.
Florece desde el final de la primavera, en junio, y puede permanecer florida hasta el final del estío.
Recolecta las partes aéreas justo antes de que se abran en verano. Las hojas las puedes recolectar perfectamente conforme va creciendo la planta.
** Advertencia.
Por lo general, la melisa es una planta muy segura. Incluso se puede administrar a los niños y a los ancianos. Sin embargo, como suele suceder con todo, también se conocen algunos efectos perjudiciales. En este caso, para la glándula tiroides, por lo que no debe ser consumida por personas que tengan hipotiroidismo.
En dosis inadecuadas, se conocen casos en los que se han manifestado algunos efectos adversos, por reacciones alérgicas a sus componentes, dando lugar a náuseas, vómitos, dolor abdominal y gastroenteritis, aunque solo se ha dado en casos puntuales y excepcionales.
Ingerir su aceite esencial puede provocar irritación de estómago, por lo que deben evitarlo las personas que tengan colitis ulcerosa, hepatopatías, epilepsias, úlceras gastrointestinales y gastritis.
Es importante tener presente que ingerir 2-3 gramos de aceite esencial de melisa puede causar un descenso en la frecuencia respiratoria, somnolencia o hipotensión.
Es preferible abstenerse de tomar su aceite esencial por vía oral y no tomar el sol tras su aplicación en la piel.
No es recomendable tomar al mismo tiempo que antidepresivos, antihistamínicos, narcóticos u otros sedantes.
Debe evitarse su consumo durante el embarazo y la lactancia, ya que puede ser perjudicial y provocar deformaciones en el feto.
ALOE VERA
El aloe vera se conoce también como áloe de Barbados o sábila, entre otros. Es una planta muy común en los jardines y en las macetas como planta decorativa, sin embargo, su popularidad radica en sus numerosas propiedades medicinales y en sus múltiples usos.
Es una planta pequeña, de color verde, perenne, con un tallo que puede llegar a los 30 centímetros. Sus hojas son gruesas y alargadas, con bordes aserrados. Pueden llegar a medir 50 centímetros de largo y 7 centímetros de espesor y contienen una gran cantidad de pulpa. Son triangulares-lanceoladas, rectas y herbáceas. Presentan un color verde-grisáceo, sin manchas, excepto por unas motas alargadas y claras en la base de algunas hojas más viejas.
Se parece a la corona de una piña, aunque más grande y con más espinas.
Las flores son sub-erectas con pedúnculos de unos 4-5 mm. Los estambres miden unos 30 a 35 mm.
La floración de esta planta no tiene lugar hasta que alcanza los 3-4 años de edad.
El fruto es una cápsula de 20 a 25 por 6 a 8 mm, que contiene semillas de unos 5 mm.
La polinización de estas plantas es cruzada y ornitofilia en su hábitat natural. Son propensas a la hibridación, lo que hace que en los cultivos con fines comerciales suelan eliminarse las flores.
Los egipcios utilizaban el aloe vera para calmar inflamaciones y dolores, siendo considerada la planta de la eternidad. Griegos y romanos la han utilizado para tratar heridas, molestias gastrointestinales, e incluso quemaduras.
La parte que se utiliza de la planta con fines medicinales y cosméticos es la pulpa contenida en el interior de las hojas.
La buena noticia es que, como se aclimata perfectamente a climas extremos sin agua, se puede cultivar fácilmente casi en más de la mitad de la biosfera de nuestro planeta.
Uso medicinal
Al aloe vera se le atribuyen muchas propiedades y, probablemente, tenga algunas más que desconozcamos. Su uso se remonta a hace más de 3.000 años, incluso a los sumerios, ya que en una tabilla sumeria del siglo XXI se han encontrado dibujos de la planta, así como en los templos egipcios.
Se trata de una planta no solo ornamental, sino que puede ayudarnos en numerosas situaciones de necesidad. Sin embargo, hay que saber distinguirlas porque existen más de doscientas cincuenta variedades reconocidas y de todas ellas, solo cuatro tienen propiedades medicinales: el Aloe Barbadensis Miller, Arborescens, Aloe Chinensis y el Aloe maculata. Las dos últimas además cuentan con propiedades medicinales similares. La más utilizada es la Aloe barbadensis Miller.
Entre sus propiedades, por ejemplo, se encuentra su acción antibacteriana, antiviral, desinfectante, laxante, antiinflamatoria, inmunoestimulante, cicatrizante, coletérica, antihemorroidal y antidisentérica. Parece que también protege contra la radiación y ayuda en las afecciones de los ojos.
Gracias a sus propiedades antiinflamatorias, reduce la inflamación y ayuda a regular el tránsito intestinal e incluso en el tratamiento de las hemorroides (cuando es ingerida).
Es cicatrizante para las heridas y ayuda a quitar el dolor.
Por los polisacáridos que hay en la planta, tiene propiedades antimicrobianas, antivirales y antibacterianas. Las antraquinonas hacen que actúe sobre los virus, impidiendo su replicación.
También se sabe que mejora la digestión y actúa como laxante si se produce estreñimiento.
Su función desintoxicante puede ayudar a los riñones y al hígado.
Destaca que puede mejorar el sistema inmunitario.
Cada vez más utilizada en cosmética, los fabricantes extraen y purifican los extractos de aloe vera, evitando el látex de la planta. Se utiliza para el acné, el afeitado, el cabello, las células y las estrías, entre otros.
A nivel tópico tiene propiedades calmantes, regenerativas e hidratantes, por lo que se puede aplicar en pies y piernas cansadas. Alivia la hinchazón o el dolor tras permanecer mucho tiempo de pie o caminando.
También son conocidas sus propiedades nutricionales gracias a las vitaminas hidrosolubles que contiene, así como, enzimas, minerales y aminoácidos.
Algunos componentes de la planta
El gel de Aloe vera contiene agua y mucílagos. También contiene otros polisacáridos con alto contenido en ácidos urónicos, fructosa y otros azúcares hidrolizables.
Químicamente se encuentra compuesto por fenólicos de gran poder antioxidante: cromonas y antroquinonas. Las vitaminas antioxidantes son las vitaminas A, C y E, además de ácido fólico y colina. Pero, también contiene tiamina (B1), riboflavina (B2), niacina (B3) y vitamina B12.
No hay que olvidar que también contiene enzimas (amilasa, fosfatasa alcalina, celulasa, lipasa y peroxidasa, entre otras).
El aloe vera contiene, además, unos 17 aminoácidos, siendo el principal la arginina.
Entre los minerales que contiene se incluyen: cromo, manganeso, magnesio, cobre, calcio, selenio, potasio y sodio.
Al mismo tiempo, proporciona 12 antraquinonas, compuestos conocidos como laxantes, entre ellas algunas que actúan como analgésicos, antivirales y antibacterianos. Estas antroquinonas se encuentran en la corteza y la raíz.
Las cromomas se utilizan como antibióticos y antiinflamatorios, y el glucomanano es una fibra muy soluble.
¿Cómo utilizarla?
El Aloe vera suele usarse como planta decorativa, pero lo cierto es que posee propiedades medicinales muy variadas. También se usa en cosmética e incluso en la alimentación.
Existen distintas presentaciones y formas de utilizarla, aunque su textura y olor no es muy agradable. Lo más recomendable es usarla naturalmente, extrayendo el gel de sus hojas. Este gel es la porción mucilaginosa del parénquima tisular que se encuentra en el centro de las hojas. De esta pulpa se extrae un gel brillante y amargo. Debe eliminarse la piel para impedir la oxidación.
Los cristales de gel de la sábila se pueden aplicar directamente sobre la piel, pero también se consumen en batidos o en preparados, para mezclar con cremas.
Otros formatos de presentación son: jabones antisépticos, tónicos faciales y cápsulas.
Las hojas se deben cortar siempre por la base, cerca del tallo. Para cortarlas, solo hay que hacer una pequeña incisión en el nacimiento de la hoja, hacer un giro circular en torno al tallo y, sin hacerle daño a la planta, retirar la hoja. Cuando se recolecta, hay que lavarla y filetearla. Se debe retirar la epidermis, por contener una sustancia tóxica conocida como aloína.
De las hojas también se puede obtener aceite. Extraído mediante solventes orgánicos y utilizado en cosmética y como agente sedante.
El zumo resultante de la incisión de las hojas, se conoce también como acíbar. Es un sólido cristalino de un color marrón y de sabor muy amargo. Se encuentra en las células pericíclicas que hay cerca de los haces conductores bajo la epidermis. Se consigue dejando fluir el líquido que sale de las hojas cortadas transversalmente en un recipiente. Emite un fuerte olor.
Las dosis recomendadas de aloe vera se basan en investigaciones científicas y en publicaciones. Es vital leer siempre la etiqueta de los productos de aloe vera antes de su consumo, así como consultar con el médico antes de iniciar cualquier tratamiento, y especialmente si se manifiesta algún síntoma adverso o efecto secundario.
Para la cicatrización de heridas u otras afecciones en la piel (como, por ejemplo, psoriasis), se utiliza un 0,5% de crema de extracto de aloe vera tres veces al día.
Para las enfermedades de las encías, se recomienda utilizar una pasta dentífrica que contenga aloe vera durante 24 semanas, o agregar una cucharadita de gel de aloe vera a la pasta dental mineralizante casera.
Para el estreñimiento se toman entre 100 y 200 mg de aloe vera diariamente.
Para quemaduras en la piel se utiliza un 97,5% de gel de aloe en la quemadura hasta que se cure.
En el caso de cuero cabelludo seco o con caspa, se puede añadir una cucharadita de gel al champú.
¿Cómo cultivarla?
El aloe vera es un arbusto con hojas dentadas capaz de soportar temperaturas medias altas, pero contrariamente a lo que se piensa popularmente, no es un tipo de cactus, ya que alberga una gran cantidad de agua en su interior. Eso sí, no pienses que puedes recuperarlo para poder beber, ya que almacena el agua en forma de gel en sus hojas.
La maceta debería ser ancha y poco profunda. Tampoco demasiado pequeña, ya que podría impedir que las raíces puedan crecer. Al ser porosa, la mejor maceta que puedes usar es de terracota porque evita el exceso de humedad.
La tierra en la que se plante tiene que drenar bien el agua y es recomendable añadirle un poco de compost no absorbente.
Pon la maceta donde quieras, ya sea en el interior o en el exterior, pero que sea un lugar donde le dé el mayor tiempo de sol posible. Si la dejas fuera, a la intemperie, cuida de que no bajen mucho las temperaturas o si le da demasiado el sol durante demasiadas horas. Los extremos tampoco son buenos para la planta, y tendrías que cambiarla de sitio. Al ser una planta procedente de sitios calurosos y desérticos, no soporta temperaturas mínimas que bajen de los 0ºC. Nunca la dejes fuera si hiela o nieva. Si hace mucho frío, es mejor que la cambies al interior. Un invernadero sería lo mejor, pero si no tienes, puedes ponerla en alguna habitación con calefacción.
En cuanto al riego, no es una planta que necesite mucha agua. Pero, saber cuánta agua necesita es fundamental para que esté bien cuidada. Cuando suben las temperaturas, con regarla una vez a la semana es suficiente. Si hace frío y humedad, solo tendrás que regarla una vez al mes o cada 15 días.
Puedes comprobar si necesita agua mirando si la tierra de la maceta está completamente seca.
Si la riegas demasiado, se puede pudrir. Así que no encharques la maceta porque las raíces dejarán de funcionar.
Si las hojas se empiezan a arrugar en las puntas, te está pidiendo agua.
Recuerda abonarla al menos una vez al año, porque la tierra en la que se asienta se suele volver pobre con el paso del tiempo.
Cuando la planta se llene de hijuelos, que suelen aparecer alrededor de la “planta madre”, debes dividirlos para facilitar un mejor crecimiento de la planta principal y evitar infestaciones.
Durante el invierno puede entrar en estado de latencia, por lo que debes dejarla descansar y no regarla, especialmente si se encuentra en el exterior.
** Advertencia
Las numerosas propiedades del aloe vera no le eximen de tener contraindicaciones, pues su intensa concentración, en dosis altas, podría provocar problemas en algunas personas.
No deben consumir esta planta quienes sufren cuadros de diarrea o tienen insuficiencia renal.
Además de las contraindicaciones, también existen efectos secundarios conocidos que suelen producirse por un exceso del producto. Entre ellos, se pueden manifestar: calambres, deshidratación, irritación y diarrea.
Lo recomendado es consultar con tu médico antes de iniciar un tratamiento con aloe vera.
Si se manifiesta algún síntoma fuera de lo normal, interrumpe rápidamente su uso.
DIENTE DE LEÓN (Taraxacum officinale)
El diente de león, también se conoce como achicoria amarga. Suele considerarse una mala hierba, pero se le atribuyen numerosas propiedades medicinales y también se usa en la cocina.
Se trata de una planta perenne con una raíz primaria larga y roseta basal que puede alcanzar los 40 centímetros de altura. Su tallo suele estar acortado.
Sus hojas son alternas lanceoladas, con una nervadura central. Son pinnapartidas con lóbulos en forma triangular de márgenes dentados y agudos.
Las flores del diente de león son hermafroditas, de color amarillo dorado. La corola está en lígulas terminada en cinco pequeños dientes.
Su fruto es un aquenio con largo pico. El conjunto de los frutos forma una bola algo vellosa cuyos penachos salen volando en cuanto sopla el viento.
Esta planta florece desde finales del invierno hasta finales del verano.
Podrás encontrarla fácilmente en los prados, en los caminos y en cultivos de siembra directa, pero sobre todo en jardines.
Uso medicinal
Aunque el diente de león es considerado como una mala hierba por muchos propietarios de zonas verdes y jardineros, lo cierto es que cuenta con muchas propiedades medicinales y también se utiliza mucho en la cocina. Incluso sirve como alimento para los animales.
Desde la antigüedad, el diente de león se ha usado para tratar la diabetes mellitus, infecciones de las vías urinarias, la fiebre, el insomnio, el reuma, la conjuntivitis y el dolor de garganta, entre otros. También se sabía que estimulaba la producción de bilis.
En la actualidad, la parte más utilizada para uso terapéutico es la raíz, que favorece un buen funcionamiento de los riñones y estimula la desintoxicación.
Puede aliviar algunos síntomas gastrointestinales como son los gases o flatulencia, la hinchazón, la digestión lenta y pesada e incluso la pérdida temporal de apetito.
Sus antioxidantes protegen contra los radicales libres.
Popularmente se utiliza como una planta depurativa, para facilitar la función del riñón, hígado y vesícula biliar. Gracias a su efecto diurético puede evitar la aparición de piedras en el riñón.
También sirve para personas con estreñimiento. Algunas personas incluso la utilizan para aliviar la resaca de alcohol.
En cuanto a su uso tópico, puede limpiar las impurezas en la piel.
Algunos de los componentes principales de la planta
Entre los compuestos más importantes del diente de león se encuentran: fenilpropanoides (con propiedades antiinflamatorias), saponinas y sesquiterpenlactonas (con propiedades anticancerígenas y antiinflamatorias).
Sus hojas contienen gran cantidad de vitamina A, C, y hierro, conteniendo más hierro que las espinacas u otras hortalizas.
¿Cómo utilizarla?
La raíz seca puede usarse como achicoria, que a su vez sustituye al café. La dosis equivalente es de 3 a 5 gramos, hasta tres veces al día.
Sus hojas, tanto las silvestres como las cultivadas, se pueden comer. Eso sí, son amargas. Especialmente las maduras que suelen cocerse para evitar un poco ese amargor tan característico. Para evitar que sean demasiado amargas también se pueden blanquear, cubriéndolas de arena, o tapándolas con una maceta al revés. Las hojas más jóvenes y tiernas suelen apreciarse mucho en las ensaladas. Puedes comer estas hojas de 4 a 10 gramos, hasta tres veces al día.
Se puede tomar en tisana, extracto fluido (gotas) o cápsulas de polvo o de extracto seco.
Si mezclas la raíz y las hojas, podrás tomar de 3,5 a 7,5 gramos, hasta tres veces al día.
Para los extractos fluidos (gotas) y cápsulas de polvo o de extracto seco, lo recomendable es seguir las instrucciones del laboratorio que lo haya fabricado.
Las flores se pueden cocer con facilidad para elaborar jarabes o para consumirse igual que la miel.
Los pétalos de sus flores pueden dar sabor y color a las ensaladas mixtas.
Los botones de las flores son apreciados si se preparan con aceite de oliva.
Las flores también se pueden usar para preparar en pastel o incluso fritas.
Sus tiernos brotes se pueden consumir al natural o con un poco de aceite de oliva extra virgen, salteados en una sartén con ajo.
En algunas regiones de Europa se preparaba una mermelada con estas flores, aunque también existe vino de diente de león.
¿Cómo preparar una tisana?
Según recomienda la Agencia de Registros del ministerio de Sanidad Alemán, se pueden mezclar la raíz y las hojas en las proporciones y forma siguiente:
En unos 150 ml de agua, mezcla 1 a 2 cucharaditas de diente de león. Ponlo en un cazo al fuego para que hierva.
Una vez haya empezado a hervir, retíralo del fuego y déjalo reposar 15 minutos.
A continuación, filtra el líquido que se ha obtenido. Ya puedes tomarlo, aunque lo mejor es beberlo al natural, si quieres endulzarlo te recomendamos que utilices eritritol ecológico. ¿Por qué eritritol? No solo porque lo hemos consumido y es cierto que endulza, sino porque, precisamente este, procede de la agricultura ecológico. No contiene gluten, ni huevo, ni proteína láctea, y lo más importante para los diabéticos y personas que intenten mantener su línea: 0% azúcares y 0% hidratos de carbono.
Salvo indicación en contra por parte de tu médico, puedes tomar una taza de esta infusión, recién preparada, por la mañana y otra por la noche.
¿Cómo cultivarla?
Esta planta crece bien en terrenos húmedos al sol. Posiblemente por este motivo, no soporta los inviernos secos.
En primavera se puede multiplicar por división de raíz y en invierno, por esquejes de la raíz.
Las hojas se recolectan en verano. Las raíces en otoño.
Es muy fácil de cultivar. A partir de semillas en bandeja de semillas, se trasplanta rápidamente a macetas con suelo rico en nutrientes hasta que puedan crecer para ser trasplantadas al huerto o jardín.
** Advertencia.
El diente de león no se debe consumir nunca si se tienen problemas biliares, sin la supervisión de un médico. Está contraindicado en caso de obstrucción de las vías biliares.
Debido a las sustancias amargas que contiene, algunas personas pueden sufrir molestias gástricas e hiperacidez por la mayor producción de jugo gástrico en respuesta a su amargor. Para evitar este problema, es posible añadir a la infusión malva o malvavisco.
No se debe consumir diente de león si se toman medicamentos antiácidos.
Puede aumentar el efecto de algunos medicamentos como los diuréticos, bloqueantes neuromusculares y anticoagulantes, por lo que se recomienda consultar al médico y/o al farmacéutico antes de su consumo.
Ten presente que, si cultivas y haces usas de las plantas medicinales, debes estudiar sus usos y contraindicaciones para saber cómo usarlas y cuándo no hacerlo. Estudia las plantas medicinales antes de usarlas y, siempre que sea posible, consulta antes con un profesional médico.
Si te ha gustado este artículo, seguro que te va interesar la primera parte que escribimos: “Algunas plantas medicinales que puedes cultivar. 1ª parte”.
Este artículo es meramente informativo y tiene por objeto complementar, nunca reemplazar ni sustituir la opinión y los cuidados de un profesional sanitario. Es posible que esta información no se ajuste a tus circunstancias específicas de salud.
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