
Un seísmo de 4,3 grados, registrado a escasos kilómetros del volcán Cleveland, se ha considerado como parte de la inestabilidad del volcán. Pero, no es algo que se pueda pasar por alto con facilidad, ya que esta inestabilidad – según han explicado desde el Observatorio de Vulcanología de Alaska – podría desencadenar en una erupción futura. Curiosamente, este terremoto, coincide pocas horas antes del aniversario del Gran Terremoto de Alaska del 27 de marzo de 1964, pero desde el Observatorio insisten en que no existe certeza de que pueda tener lugar una erupción o un terremoto de mayor intensidad. Por desgracia, lo cierto es que solamente disponen de dos estaciones sísmicas para monitorear la zona, lo que limita bastante la capacidad del Observatorio para ubicar los terremotos con exactitud y detectar cualquier inestabilidad precursora que pudiera conducir hacia una erupción explosiva.
A falta de más estaciones sísmicas para detectar cualquier indicio de una erupción volcánica, el Observatorio de Vulcanología de Alaska se basa entre otros, en los datos sísmicos, de infrasonido y en los datos obtenidos del satélite.
Por el momento, no se han observado signos de actividad
Afortunadamente, por el momento, al parecer no se han observado signos de actividad en el infrasonido, ni los datos proporcionados por el satélite han mostrado anomalías destacables. Tampoco existen emisiones de gases de dióxido de sulfuro, ni han aumentado las temperaturas en la superficie. No obstante, el Observatorio advierte que el volcán puede producir efusión de lava y explosiones sin ningún aviso previo. En cuyo caso, sería un peligro para la aviación.
A pesar de todo, la historia de la zona muestra que no se puede descartar que tenga lugar un terremoto de gran magnitud. Puede que conocer los detalles de lo que pasó, ayude a reconocer las señales en el presente. Por lo que te invitamos a informarte, por si acaso…
Sucedió de forma inesperada, a las 17:36 horas (hora local de Alaska), del 27 de marzo de 1969. Un potente terremoto de 9,2 grados en la escala de Richter, sacudió la región de Prince William Sound, en Alaska. Su epicentro se localizó a unos 10 kilómetros al este de College Fiord y a 120 kilómetros de Anchorage.
El terremoto más potente jamás registrado en la historia de Norteamérica
Solo había durado cuatro minutos y treinta y ocho segundos, sin embargo, se convirtió en el terremoto más potente jamás registrado en la historia de Norteamérica.
En total, se habían roto 970 kilómetros de falla, moviéndose 18 metros (60 pies) y liberando una tensión que se había ido acumulando a lo largo de unos 500 años.
El terremoto desencadenó todo tipo de eventos relacionados, como deslizamientos de tierras, fracturas, fisuras, licuefacción… Los daños estructurales fueron cuantiosos y graves en varias comunidades. El daño económico fue elevado.
En Port Valdez se produjo un enorme deslizamiento submarino que provocó 32 muertos entre el colapso del puerto y los diques de la ciudad de Valdez. Mientras, a unos 320 kilómetros, algunas zonas de Kodiak se elevaron hasta 9 metros (30 pies) y en Girdwood y Portage, se hundieron unos 2,4 metros (8 pies).
Un tsunami gigantesco de 8,2 metros (27 pies) destruyó la población de Chenega
Pero, esto no fue todo. Por si fuera poco, un tsunami gigantesco de 8,2 metros (27 pies) destruyó la población de Chenega. De los 68 habitantes, murieron 23. Después de vivir allí durante siglos, los Chenega que sobrevivieron fueron reubicados a las comunidades cercanas de Tatitlek, Anchorage y Cordova.
Los tsunamis post-sísmicos, afectaron a Kodiak, Seward, Whittier, así como a otras comunidades de Alaska, y viviendas de Washington, Oregón, California, y la Columba Británica. Hubo tsunamis que incluso causaron daños en Japón y en Hawái.
En total, murieron 139 personas, de las cuales 124 estuvieron directamente relacionadas con los tsunamis. Los daños materiales del terremoto y de los tsunamis que se formaron se calculan en unos 2.300 millones de dólares.
Sin lugar a dudas, son datos que obligan a recapacitar y a preguntarse si este evento podría volverse a producir. Nadie dice que sea mañana y puede que no tenga lugar en un futuro cercano, pero lo que es cierto es que existe la posibilidad de que suceda en algún momento de nuestras vidas.
Fotografía del volcán Cleveland. 3 de junio de 2020. Crédito: Burke Mees/AVO